lunes, 3 de marzo de 2008

circunspecto extrovertido jovial de los cojones de la reina isabel II



algo falla. el segundero se me ha adelantado, me ha adelantado.
hay algo lejos de aqui que echo de menos. algo que nunca he tenido. los vacios del estomago, al contrario que el segundero, son precisos, marcan horas muertas de aire podrido, estatico, solo balanceadas suavemente por el aliento tomado en las calles largas, que hoy me cansan como dentro de sesenta años. es facil decir que la partida se ha perdido cuando aun no se sabe ni de que va el juego; yo lo se, ellos lo saben, listos con abrigos largos, descuideros, pendejos, guebones. los viejos que me estudiaron con sus gafas de alambre hoy caminan tan lento, tan lento, que apenas puedo alcanzarles, mucho menos con esta punzada en el zapato, que parece cuatro caras del mismo sorteo, funebre, cadencioso a cinco velocidades en seis aceras diferentes, en siete farolas, en ocho bocas de metro. a cual mas doloroso, mirando los cuadros pienso, a cual mas imbecil clarividente arrastrador de almas en pena, que, dice el barrendero, para esto estan, para ser arrastradas, o arrastrarse por si mismas, o pasear de un lado a otro con dieciseis cigarrillos cada doce horas. que al fin y al cabo es lo mismo, ¿no, bruno?
nunca respone el puto niño. se limita a maullar imitanto al gato en celo de la vecina.
este edificio es un zoologico. tengo que lavar la alfombra, a proposito. perdone.
perdone. perdone perdone perdone, gracias, digo como usando el lenguaje que los trajes entienden, pero graznando por lo bajo que se que todo es en realidad una estrategia para volver al mismo sitio, otra vez, cuatro años despues, como se hace siempre en estos partidos de dos jugadores y listines telefonicos de promesas. viejitos que caminais tan lento, coged la llave y abrid las venas, para que los barrios chicos de abajo puedan ver que se estan desangrando, que de gota a gota se tira porque toca toda la palabra, hermosa, redonda, que choca contra los cincuenta y cuatro escalones que hay de aqui al recibidor, donde los estudiantes borrachos se limpiaron los pies de barro y vomitaron en las arquitrabas. cierra la ventana, bruno.

bruno, cierra la ventana.

no quiero que se me vuelva a escapar un perdone.

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